Todo comenzó en 1983, con los Mercedes 190E 2.3-16, berlinas deportivas con motores de culata multiválvula diseñada por Cosworth. Aquella berlina deportiva sirvió para homologar un coche de carreras en el DTM.
Aquella ligera berlina de 185 CV de potencia evolucionó en el Mercedes 190E 2.5-16 en el año 1988. Entre otras modificaciones, se incrementó su cilindrada hasta los 2,5 litros y se reforzó su cadena de distribución, algo delicada en los 2.3-16. Un Mercedes 190E 2.5-16 “normal” aceleraba hasta los 100 km/h en 7,7 segundos y alcanzaba los 235 km/h.
Para lograr alzarse con el título en 1992, el 2.5-16 debía evolucionar. BMW seguía siendo un competidor fiero, y sus M3 Evolution y Sport Evolution eran formidables rivales, tanto en los circuitos como en las calles y en las publicaciones de motor, en la que multitud de comparativas los enfrentaban a los Mercedes 190E. El primer intento de Mercedes fue el 190E 2.5-16 Evolution, lanzado en 1989. Su aerodinámica había evolucionado – poniendo de relieve su importancia en una competición cada vez más fiera.
La verdadera revolución vino con el Mercedes 190E 2.5-16 Evolution II, presentado en el Salón de Ginebra de 1990. Su silueta pronto se convirtió en un icono, y hoy en día es uno de los clásicos más valiosos de la época.
Sus pasos de rueda fueron ensanchados, sus paragolpes rediseñados y en la zaga se montó un gigantesco alerón. Sorprendentemente, el coeficiente aerodinámico se redujo hasta 0,29, dejando a los ingenieros de BMW asombrados.
No parecía un Mercedes de la época. Sólo 502 unidades fueron fabricadas con el objetivo de homologar el coche de competición, las mismas que fueron construidas del 2.5-16 Evolution. Sus llantas tenían de serie 17 pulgadas de diámetro, y estaban envueltas en gomas de altas prestaciones de medidas 245/45 ZR17, inusuales en la época. Bajo el capó había sorpresas: su motor ya desarrollaba 235 CV de potencia a 7.200 rpm, con un par motor sano, de 245 Nm, constante entre las 5.000 rpm y las 6.000 rpm.
En su interior se equipaban de serie asientos deportivos de cuero, una caja de cambios Getrag con la primera invertida – igual que todos los 190E-Cosworth – y una instrumentación cuya velocidad punta y tacómetro podían dar pistas acerca de sus prestaciones. Desde luego, no era un simple 190E con un pack estético y un motor potenciado, era mucho más. La puesta a punto del coche era madura, evolucionada y más deportiva.
En configuración de competición, el Evolution II desarrollaba potencias de en torno a los 380 CV.
Su suspensión era regulable en altura desde el interior del coche, y sin ser en absoluto blanda, aún permitía largos viajes en carretera. Era hasta 45 mm más bajo que el Evolution I, y su equipo de frenado fue actualizado, con discos Brembo de altas prestaciones. Todas sus 502 unidades producidas fueron de color azul marino metalizado, casi negro. Sólo dos unidades fueron producidas en color plateado, y dicen que a España llegaron únicamente 5 unidades.
La caja de la maqueta
La maqueta
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